<<Independiente se reencontró con la victoria tras un partido trabajado y nada cómodo que le sirve para superar a la ADC San Fermín “B” también en la tabla. Tras la racha de derrotas se abrió un claro entre las nubes y hemos vuelto a ver el sol>>

Bastaba con ver los últimos resultados de La Burdeos para saber que el encuentro del domingo no iba a ser fácil. Ante un rival que llegaba dos puntos por delante de los vallecanos y, jugando en casa, era el momento de reengancharse con una victoria que parecía estar siempre en estado de espera.
Responsabilidad es quizá el primer sentimiento que tenían nuestros futbolistas. Responsabilidad por traducir las buenas sensaciones de la primera parte contra Racing de Moratalaz en resultados, por demostrar que tienen más fútbol de lo que dicen los puntos, por consolidarse como grupo. Por disfrutar, por dejarse llevar y levantar la voz, por arrancarse sin más a jugar…
Inclinando el campo hacia la portería del San Fermín, así comenzaron los nuestros el duelo, mandando, haciendo que se jugara en campo rival a pesar de no estar pudiendo desarrollar la presión de manera coral, algo que quedaría en standby hasta el comienzo de la segunda mitad.
Bastaba, a pesar de todo, con juntar dos o tres pases para que se generase peligro y, principalmente a través de la botas de Isma, se estuvo a punto en varias ocasiones de romper la igualada. Pero el tanto no llegaba, el partido, a pesar de las prisas y ganas locales, se iba a cocinar a fuego lento.
Respirando después de ver cómo Independiente no conseguía traducir su dominio en ventajas, el cuadro visitante se sacudió los nervios y terminó la primera parte inquietando el área defendida por Javi Moz con una sucesión de saques de esquina y juego directo. Así llegaríamos al interludio.
Imbuidos por otras energías, y con un posicionamiento más agresivo en la presión, Independiente comenzó la segunda mitad marcando territorio, como buen guerrero, y, ya en el primer pressing, Ángel llegó hasta el propio portero evitando que golpeara en largo. Toda una declaración de intenciones.
Balones al 10. ¿Cuántas veces se habrá escuchado esa expresión en el entorno futbolero? Así fue cómo, en el minuto 50, sucedió que se nos alegró el día cuando el cuero le llegó a Ángel Sidera que, sin pensárselo dos veces, armó un disparo desde unos 30 metros que se coló por toda la escuadra. El zurdazo del 10 hacía justicia en el marcador y colocaba a la Burdeos justo en el lugar que quería.
Lo que vendría a continuación iba a sacudir el duelo desde la cabeza a los pies. Comenzaba la dulce introducción al caos. El delantero rival, frustrado con la escasez de ocasiones gracias al gran marcaje de Navas, sacó el codo a pasear en un saque de banda e impactó con intención en el rostro de nuestro central zurdo, roja directa sin discusión. Cinco minutos después, el lateral visitante cortó un ataque prometedor de Ángel por banda derecha que acabó en tarjeta amarilla, una amonestación que no aceptó y que, tras agarrar del brazo al colegiado de malas maneras, se transformó en una nueva expulsión.
Irónicamente, Independiente, que había saltado mandón y robusto en los segundos 45 minutos, se llenó de nervios y prisas cuando empezó a jugar contra 9. Como si de una ley innata se tratara, un equipo que -aún- no está acostumbrado a vencer, tiene que pasar por el duro proceso de aprender a ganar, sobre todo cuando las circunstancias del partido lo convierten en una obligación. De esta manera, en vez de construir posesiones largas a pocos toques y hacer grande el campo, se elegía el uno contra uno en múltiples ocasiones -y ahí es donde se igualan los números- o se optaba por entrar por dentro, donde el debilitado rival acumulaba más jugadores.
Buscando balones colgados al área desde su portero, la ADC San Fermín “B” no renunciaba a sacar algo positivo del Wilfred Agbonavare a pesar de la inferioridad numérica, tratando de aprovechar la locura transitoria burdeos. Si bien es cierto que no llegaron a tener ocasiones claras, lo escueto del marcador y las sensaciones de fragilidad y nervios locales hacían que la duda se mascara en el ambiente, tanto en la grada como en el campo. Independiente, ajeno a su voluntad y sin ser dueños de sus emociones, no tenía más remedio que bailar este tango suicida con el marcador y el rival si quería quedarse con los tres puntos.
La tan buscada tranquilidad no llegaría hasta casi 20 minutos después de la doble expulsión, y lo haría gracias al oportunismo y olfato de Jeremy Arranz, que, como delantero de área, supo recoger un buen envío de Isma para doblar una ventaja que apenas cinco minutos después ampliaría Asier para, ahora sí, desterrar los nervios y sentir que todo marchaba bien y pensar que no podíamos perder. Ni el postrero tanto -en una posición adelantada, todo hay que decirlo- de los rivales nos iba a privar de nuestra particular coda feliz para despedir al Wilfred Agbonavare hasta 2026.
Ideal sería ahora juntar resultados como el del domingo con juego como el de hace dos jornadas, y la primera oportunidad para hacerlo la tenemos a la vuelta de la esquina. Como recitaba el irrepetible Robe Iniesta: “Para algunos vivir es galopar un camino empedrado de horas, minutos y segundos. Yo más humilde soy y sólo quiero que la ola que surge del último suspiro de un segundo, me transporte mecido hasta el siguiente”. Y, en nuestro caso, esta ola nos lleva directamente hasta el último partido del año, el próximo domingo 21 de diciembre a las 13:00 frente al Centro Deportivo Vallecas en el campo de Palomeras Bajas.

La Burdeos formó con Javi Moz, Chusé (Emilio, min. 76), Carlos Madrid, Navas, Alberto, Abdoulaye, Ángel, Asier, Dyermeson, Isma y Jeremy (Daniel Padilla, portero, permaneció en el banquillo).