Sufrido empate de Independiente ante el filial del Mar Abierto

Mañana desapacible en Vallecas; frio, viento y nubes pesadas escondiendo el sol. Un invierno muy “español”, de estos que llegan tarde, mal y nunca. Se recibía al segundo equipo senior de toda una institución en el fútbol de la Villa; la ACEFCD Mar Abierto, con más de 30 años construyendo fútbol en el barrio y (literalmente) desde el barro.
Pocas novedades en Independiente en su dibujo inicial; vuelve Javi González a la punta y se incorporan Johel Chévez por la izquierda y Antúnez y César Blas como medios centros más contundentes que constructivos.
La de hoy no iba a ser una mañana fácil, claro que no, pero la primera que tuvo la Burdeos, en el minuto 5, la convirtió en el 1-0. Una jugada iniciada por Gerard Dos Santos desde la derecha, la deja pasar Javi para que Calderón se quede solo entre los centrales, se interne en el área con balón controlado y defina a la izquierda del portero. Se nos ponen, muy pronto, las cosas de cara.
Mar Abierto aprieta los dientes y se viene con todo. Le dejan la banda entera al lateral Iván Sanz, que obliga a Gerard a bajar y defender, dejando así cojo al ataque burdeos que debe optar por un extra de verticalidad que se estrella, no sabemos ni cuántas veces, el los fuera de juego señalados por el trencilla Adrián Pastor. Jugaban las dos escuadras de poder a poder, conviertiéndose la defensa del ‘Indepe’, otra vez, en el muro de carga del juego de su equipo.
Siempre es inexacto destacar lo individual en un juego de equipo, pero el domingo en La Unión hubo un jugador que hace imposible evitarlo. Me refiero al medio centro visitante Gabriel Calero; un futbolista superlativo que derrochó inteligencia, posición y toque. Todo pasó por él y porque él lo quiso. Eso sí, llamaba la atención que siempre pareciera enfadado; con el colegiado, con los rivales, con sus propios compañeros y hasta con él mismo. Parece que con la única que se lleva bien es con la pelota, que le devuelve ese cariño haciendo lo que a él le da la real gana. Decía Berdard Shaw que, generalmente, un hombre de carácter es un hombre de mal carácter. No le hubieran quedado dudas al dramaturgo irlandés sobre el genio de Calero.

La primera parte se cerraría con dos oportunidades consecutivas de los visitantes a pies de Sergio Zambrano; una se la quedó el larguero y la otra una mano imposible de Ervin girando sobre sí mismo en una estampa digna del coreógrafo de “Matrix”.
Ni cinco minutos pasaron desde el inicio del alargue para que García Nassarre instaurara el 1 a 1 superando a Negrón con un sutil toque en el área pequeña, hasta donde llegó el balón tras pase desde la derecha de (adivinen quién). Pues sí; ese. El mismo.
A partir de aquí los visitantes se hacen con el control del partido. Castellanos y Arroyo tratan de refrescar a Independiente con opciones más ofensivas, pero que provocan cierta confusión con el cambio de posiciones. De las incorporaciones destacan las ganas del joven delantero colombiano Yhon Valencia.

En el centro del campo mandaba “la banda del 8” de Mar Abierto, que empieza a cogerle la espalda a la defensa burdeos. En una de éstas fue expulsado Javier Augusto Torres tras cortar expeditivamente una internada del rival, así que tuvo que salir Kike Ramos para apuntalar la defensa, defender el resultado y buscar la pedrea por velocidad. Caen ocasiones en ambas porterías pero entre aciertos y desaciertos, acaba la contienda sin más movimiento en el marcador.
Un empate justo en un partido duro, muy físico y que exigió de más a ambos contendientes. Un duelo que esperemos se convierta en un clásico del fútbol vallecano.
Fotos: Alex Molina